Heno: conservación y almacenamiento

31 may 2021
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El incorrecto almacenamiento del heno es una de las diversas causas que puede generar desinterés o, incluso, cierto rechazo hacia su consumo. Una mala conservación provoca pérdida de nutrientes en el alimento principal de nuestros pequeños amigos, lo que desencadena en una menor palatabilidad y, por consiguiente, menor disfrute al comerlo.

Como cualquier alimento natural deshidratado, el heno es muy sensible a la absorción de humedades, olores y sabores; al deterioro por calor y luz; y a la pérdida del aroma y sabor. Las condiciones de almacenamiento influyen, además, sobre su valor nutritivo y su composición analítica.

El heno está en perfecto estado cuando presenta un olor y aroma agradable y mantiene su color natural. Además de ello, su contenido de humedad deberá ser bajo, lo que ralentizará su deterioro e impedirá la proliferación de microorganismos.

Enemigos naturales del heno

Podemos dividir las principales causas del deterioro del heno en cuatro grupos, siendo estos:

1. La respiración de la planta. La respiración de los tejidos vegetales tras ser cosechados acelera la pérdida de sus nutrientes y el deterioro del producto. Aunque es un proceso natural que no se puede parar, sí está en nuestras manos reducirlo todo lo posible para preservar la máxima calidad del alimento.

Con la deshidratación, se reduce la tasa de respiración drásticamente y se alarga su vida útil, siempre que se mantengan en un ambiente apropiado. Sin embargo, su degradación puede verse acelerada nuevamente si el heno es expuesto a luz natural, humedad o altas temperaturas.

Del mismo modo, si se les priva de oxígeno, los tejidos realizarán una respiración anaeróbica que estropeará rápidamente el alimento y generará sabores indeseados. Esta respiración puede darse si se guarda en recipientes herméticos. Además, en los recipientes plásticos o ambientes con baja ventilación, puede producirse condensación, aparecer moho y derivar en putrefacción.

2. Ambiente. Los cambios bruscos en el ambiente tienen un impacto en el producto.

a. Temperatura: La zona de almacenamiento debe ser fría para ralentizar la respiración de la planta y evitar la proliferación de insectos o microorganismos.

b. Humedad: Una de las consecuencias de la respiración será la pérdida paulatina del grado de deshidratación del producto. Esto se debe a la humedad relativa ambiental que, dependiendo de la zona de España, puede variar entre un 50-80%. La deshidratación del producto también puede revertirse rápidamente en entornos con condensación o contacto directo con materiales húmedos o alimentos frescos.

c. Luz natural: La incidencia de la luz natural provoca pérdida de color y nutrientes en el heno, tanto por la acción UV sobre ella, como por acelerar la respiración de la planta y su deterioro natural.

3. Actividad microbiana. Para evitar la proliferación de microorganismos patógenos, los alimentos deshidratados contienen menos de un 14% de humedad. Si el heno está húmedo, en un ambiente templado o caluroso, los microorganismos se reproducirán a una velocidad mayor. Las pérdidas originadas por microorganismos son menores a temperaturas y humedad bajas, así como a menor tiempo de almacenamiento.

4. Insectos. Los alimentos vegetales deshidratados son el hábitat preferido para determinados insectos, que se alimentan de ellos. Al no estar almacenados herméticamente, son accesibles, y los olores y aceites esenciales volátiles que emanan pueden hacer que se sientan atraídos desde largas distancias.

¿Cómo debo conservar el heno?

Revisa el estado de todos los productos de alimentación adquiridos en el momento de su llegada a casa y antes de proceder a su almacenamiento.

Realiza controles regulares del heno y favorece su rotación, siempre consumiendo primero los adquiridos con anterioridad. Lo mejor es que ajustes la compra de productos a las necesidades reales de consumo, minimizando, de esta forma, la cantidad a almacenar, especialmente en épocas en las que no puedas proporcionar unas condiciones favorables para su conservación, como el verano.

Mantenlos en completa oscuridad, sin luz natural ni la incidencia de rayos solares.

Controla su ventilación, nunca almacenándolos en recipientes herméticos. Una ventilación insuficiente puede generar condensación y moho, mientras que una excesiva exposición puede favorecer la pérdida de aromas y la absorción de humedad y olores del ambiente.

Elige una zona libre de humedades. Puedes ayudarte de deshumidificadores o de aparatos de aire acondicionado.

Controla la temperatura. El clima debe estar siempre supervisado y no sufrir variaciones bruscas. Es necesario evitar almacenar los alimentos cerca de focos de calor (radiadores, aparatos eléctricos, lámparas, hornos, fogones…).

Nunca los deposites directamente sobre el suelo o los almacenes cerca de productos de limpieza, ambientadores u otros productos que puedan transmitirles aromas o generar una contaminación accidental del alimento.

Mantenerlos libres de insectos. Los productos naturales, como el heno, que no están tratados con pesticidas son una fuente de alimento para los insectos, que pueden verse atraídos y, por consiguiente, provocar pérdidas. En épocas de calor es recomendable aumentar la periodicidad de las revisiones.

Heno: conservación y almacenamiento

Las cestas de tela, como esta que te mostramos, son una buena opción para almacenar y conservar el heno.

Te recomendamos guardar los henos en bolsas, cajas o cubos de tela (como los usados para la ropa) o cajas de cartón. Ambos materiales evitan la luz natural, la condensación y permiten su respiración. Si optas por almacenarlo en contenedores plásticos fuera de su embalaje original, además de lo anteriormente hablado, ten en cuenta que deben ser aptos para su contacto con alimentos.

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